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Prepararse para afrontar la tarea de ser docentes en el contexto social actual, requiere apropiarse no sólo de herramientas teórico-metodológicas, sino también de actitudes nuevas. Se necesita construir un tipo de conocimiento que se base en la comunicación, la empatía, la presencia, la ética y la afectividad.
Desde allí, esta propuesta da relevancia y pone el foco en los aspectos vinculares que se ponen en juego en la actividad educativa, ya que éstos inciden fuertemente (positiva o negativamente) en la gestación del clima grupal e institucional, como así también en el desarrollo de los potenciales de las personas que aquí participan. Se intentará, desde este espacio, crear una matriz grupal cooperativa, solidaria, respetuosa de los procesos de cada estudiante.
La formación de un/a docente debe ocuparse del desarrollo de sus capacidades expresivas, afectivas y creativas. En este sentido, EL CUERPO es un elemento esencial. No sólo dicen las palabras; los ojos, las manos, los gestos también enseñan. Un cuerpo rígido, inexpresivo, tenso, deprimido, es un obstáculo para la comunicación y la transferencia con los/as futuros/as estudiantes.
Por todo lo dicho, este taller ofrecerá herramientas para que las estudiantes de Primer Año se ejerciten en la ampliación de la conciencia (para poder estar más perceptivas, comprenderse mejor a sí mismas y al resto, desarrollar nuevas maneras de pensar) a través de vivencias inducidas por la música, el movimiento, el juego y ejercicios de comunicación en grupo. Uno de sus objetivos principales es liberar las inhibiciones, las tensiones, los miedos que bloquean la espontaneidad y la percepción, para desarrollar todas las habilidades expresivas y creativas posibles. Se diría, en otras palabras, que este taller apunta al desarrollo de la inteligencia emocional y afectiva, como un modo de buscar -y quizás, encontrar- maneras más saludables de ser y estar en el campo de la docencia.